En una llanura verde de Islandia, la fomosa isla del hielo y del fuego, celebraban la reunión más antigua democrática existente de la tierra, remontando al año 930 en Pingvellir, que más adelante se convirtío en la capital Reykjavík. Se reunían los líderes que representan cada familia para discutir y solucionar conflictos, además de legislar leyes. Acudían gente libremente para escuchar la asamblea, dado que lo celebraban en un espacio abierto.
Reuniones de estos tipos tienen la ventaja de poder discutir temas de gran importancia, si el escenario fuera del siglo XXI, creo que es más útil poder asistir y participar economistas, sociólogos, ecologistas, expertos en urbanización y desarrollo sostenible, y otros sabios (ej. geografos e historiadores) quienes tienen un interés más allá de lo político, para así abre posibilidades de llegar a tener un entendimiento más profundo y más allá de lo económico,
con el fin de elaborar planes a corto, medio y largo plazo para poner medidas y soluciones para tratar los problemas que derivan del consumismo, harmonizar la población urbanizada con la rural, regular y legalizar el flujo de inmigración, apoyo de recursos materiales e inmateriales para el desarrollo económico y social de los puntos de emisión de inmigrantes ilegales, frenar la explotación de trabajadores y poner medidas de un desarrollo sostenible y responsables de recursos naturales, intalar nuevos sistemas para prevenir y tratar la contaminación....
Los problemas que tenemos ahora son de valores.
Si pudieramos hablar con más sinceridad, si pudieramos vivir de otra forma.
Estamos pérdidos, necesitamos propuestas nuevas para dar un rumbo diferente, antes de que sea demasiado tarde.
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