Los días de fiestas, de alguna manera, los asocian con sentimientos de alegría, aunque la realidad parece no es así.
En esas fechas uno tiende a sentirse alegre como si fuera algo obligatorio, aunque se puede sentir triste, furioso y sorprendido por acontecimientos no esperados, para bien o para mal.
¿Cómo puede vivir dos acontecimientos que despiertan sentimientos opuestos en un tiempo tan corto?
O uno piensa, ¿ Porqué no piensa igual que yo? ¿Se trata simplemente de colgar un par de versos en la puerta, o decorado para animar el día? ¿Porque a algunos están tan fríos e indiferentes con el tema de la celebración?
Aunque uno sale de su país, se puede mantener algunas de sus tradiciones y dar un poco de color al nuevo hogar, y por encima de todo, aliviar un poco a la nostalgia a la patria y pasarselo bien en familia o entre amigos. De mayor o menor medida, se puede escapar un poco de la rutina dándole un aire festival en el hogar o en el sitio de reunión, mantener esa alegría en la cabeza y disfrutarla con los familiares y amigos.
¿Por qué tantos noes?
Uno no será más integrado si habla o viste igual que los locales, tal sacrificio no debe ser el precio de la integración. La integración social verdadera es compaginar lo que uno es, comprendido ser fiel de uno mismo y sus principios, aprende de las costumbres locales con los ojos bien abiertos. Aprender de lo bueno y olvidar lo malo, sin olvidar la lección.
Dar una oportunidad a los demás y a sí mismo, por favor.
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