domingo, 28 de septiembre de 2008

cuento milagroso II

Entre pitos y flautas, el condado mágico no se ha dado en cuenta las faltas que hacen una serie de tazas únicas y excepcionales que podrían sacarles de un apuro.

¡Las tazas tienen poderes requetemágicas!

Lo complicado sería sacarlas, está cerrado con un conjuro.

La elfa está algo perpleja, más todavía porque antes contaba con la consulta su hucha de cerdito que puede hablar, su amigo más entrañable ha sido hasta que ¡anda! ¡Me cachis! El cerdito está ocupado en otros asuntos, da vueltas solito y liga con otra cerda.

Buscar apoyo y consuelo en ello parece lo más absurdo que pueda hacer, decide que no va a rendir, total, los animales también son amigos, qué quieres que te diga.

A la par va hacia al mar e invoca al pulpo todo-lo-sabe, le canta las canciones de los años de cataplum y contesta éste:

"Para resolver el conjuro de las tazas, buscarás el pergamino ancestral que se guarda bajo la concha de la perla madre, y allí hallará la respuesta."

- "Mil millones de gracias, respectuoso y majestuoso Mr. Pulpo, no olvidaré de tu gran consejo."

En este momento de intensa espiritualidad, sale un conejo que lleva una cesta de huevos de pascuas.

Gran pulpo habla con el conejo y le dice,

"¿Cúantas veces te he dicho que no pongas todos los huevos en la misma cesta?

El conejito, rasca la cabeza y pregunta"Gran pulpo, has visto una cesta con un sólo huevo?"

El pulpo espetó "¡¿un huevo?!" totalmente morado, le dice "calculando la velocidad que vas, muy pronto se te va a caer unos cuantos, y con grietas, no molan a los enanos del pueblo vecino, quiero algo diferente, soy el manda+"

"Ok, Mr. Pulpo", asienta el conejo, "total,
son de chocolate, un material de buen labor, con algún toque se hace maravilla"
Hace entonces un pedazo de huevo precioso de Navidad, rellenado con muchos regalos de buena memoria dentro. Quien lo come, las emociones pueden con ellos.

La elfa, después de prensenciar el don de mando del "bellísimo gran pulpo", cobra confianza y corre hacia su casa a buscar el pergamino entre el amén de las cosas.

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