Hoy en día se habla mucho de la calidad de vida, que también se entiende como la satisfacción de la vida y el bienestar individual.
Las revistas e incluso los periódicos gratis han sacado muchos artículos diciendo lo bien que viven algunas ciudades en el mundo, que si en Madrid vive mejor que en Barcelona, que estamos delante o detrás de no sé qué país.
Vivo en Madrid, es una ciudad bonita que no deja indiferente a nadie. Hay quienes terminan enamorados o vuelven hostiles a esta ciudad de forma extrema. He visto muchos aquellos asqueados de esta villa y se va pitando; mientras que otros traen las cosas de su país y terminan afincando aquí.
Se puede amar u odiar a una ciudad, ¿cómo no? Al menos, eso es lo que pensabas, porque mientras lo piensas el pavimento no te va a catapultar al otro país, no crees que haces daño a nadie.
Pero no es cierto, muy pronto sabes que si dices que Madrid no es tan guay, alas, verás cómo la gente de aquí va a reaccionar mal. Si prefieres Toledo a Madrid, está bien, pero recuerda, es mejor no preferir Madrid a Barcelona. Es curioso, a veces pienso, la gente local estaría más decepcionada si le digo que prefiero Barcelona a Madrid, u otra ciudad a Madrid? Si total, la ciudad que me gustase, en cualquier caso, sigue siendo una ciudad española, no?
Está bien dejar a los pobrecitos opinar cúal ciudad les gusta más, entiendo que a veces que reaccionan mal con matiz de guasa, pero siempre que esto no extendiera al ámbito político, a mí me parece bien.
Madrid es acogedor, y su gente muy amable. Si tienes suerte, nunca conocerás a nadie con mínima malicia.
Y así guardas en tu corazón la misma impresión fraternal que dejó Hemingway y otors autores extranjeros que escribieron de este país, pensando que la gente de esta tierra es la misma que describieron ellos: generosa, presta de ayudar, sencilla...
Miles de personas, tras leer esa literatura visitan a este País, en busca de una utopía de otros que la vivieron, y la encuentran o no, esa calidad humana que quería tanto hallar en su mundo.